martes, 25 de febrero de 2014

Marea

Marea:

Sentada en la arena, descalza y con el pelo al viento, miraba la marea con gesto absorto. Arriba. Abajo. Una y otra vez. Siempre el mismo ritmo, ni una mínima variación en el monótono ascenso y el aburrido descender. 
De pronto, se preguntó si la marea era prisionera, esclava de la mano que la obligaba a caminar penosamente cada día, a volver al mismo sitio cuando ya había avanzado, a no acercarse nunca a las demás cosas que no fuesen la arena y el sol del atardecer. Un movimiento desesperado por acercarse contestado por otro que obliga a retroceder. Se quedó pensando un buen rato con expresión de disgusto, hasta que una sonrisa de alivio inundó su rostro. Nada. Eso era. Nada empujaba a la marea hacia arriba o hacia abajo, aquel subeybaja no era una prisión, marcaba el ritmo del universo para que todas las cosas lo oyesen y siguiesen el compás de su eterna sinfonía. 
Como un corazón gigantesco y latiente. 
En un atisbo de lucidez, suspiró al darse cuenta de lo estúpido que era pensar en la marea como algo con voluntad propia, se tumbó en la arena y dejó que los latidos de su corazón y su respiración se acompasasen al ritmo del agua, y al poco rato se quedó dormida, escuchando la melodía del universo.

sábado, 22 de febrero de 2014

El nombre del viento

El nombre del viento (Crónicas del Asesino de Reyes, Día 1):

Si alguna vez has pasado por estas tierras, habrás oído toda clase de historias, sin duda. Pero espero que te hayas dado cuenta de que hay cierto número de ellas protagonizadas por un personaje que ha quedado escondido tras el eco de las leyendas alrededor de su nombre. Sí, hablo de la historia de Kvothe. Asesino, músico, ladrón, mendigo, estudiante... Todas esas cosas y muchas más, solo conocerás parte de los nombres que se le asignaron con el paso de los días, lo cierto es que nadie los conoce todos, al igual que nadie sabe qué parte de las historias es cierta, y cual es fruto de las habladurías. ¿Nadie? Quizá en una posada en la tierra de nadie, a la sombra de las miradas, un posadero contemple la oscuridad con el peso del saber en la mirada, oculto a ojos de todos y con el nombre menos merecido de todos los que un día tuvo sobre sus hombros: Kote atiende la Roca de Guía, si alguien le convence, contará una historia. Quizá. Y si acompañamos a este hombre en un viaje por los recuerdos tras haber escuchado las diferentes historias que lo preceden, quizá nos demos cuenta de que las partes de la narración del Asesino de Reyes que habíamos imaginado que serían las inventadas, son las más ciertas. Y eso Kote lo sabe bien, porque, ¿quién nos asegura que lo más asombroso tiene que ser la parte diluida de la leyenda? Pero eso no me corresponde a mí contarlo, dejemos que en la posada un hombre se pierda en sus recuerdos y un hombre sea encontrado en ellos... Que empiece la narración.

Empezaré diciendo que quién no haya leído este libro pierde el tiempo. Que quien se haya echado para atrás por el número de páginas que tiene, no sabe lo que tiene entre manos, y que cuando lo acabase querría que fuese mucho más largo, que quien diga que la historia no le atrae no comprende hasta que punto este libro es diferente, y que quien no le quiera dar una oportunidad no sabe lo que es leer de verdad. Porque El nombre del viento es esto y mucho más, un tipo de libro que se da cada cierto tiempo y con muy poca frecuencia, una historia de brillante argumento y sobresalientes detalles, cuidada y cruda al mismo tiempo, inteligentemente fantástica. Sí, es una obra de fantasía, de aventuras inteligente, pero es más. Es la historia de Kvothe, y no se puede entender de otra forma. Porque Kvothe es un protagonista que merece tener su propio adjetivo y que no podrás dejar de admirar en cada punto de sus palabras, que te llena y se desborda en cada una de sus facciones, y eso que todavía no ha hecho más que empezar. Así que si tuviese que decir algo de este libro además de su estupenda narración y su ritmo sublime, por no hablar de la trama o de los personajes, el colmo de la tridimensionalidad, o de la ambientación que te atrapa, sería que no se puede describir más que abriendo las páginas por la primera y empezando con él, o en todo caso, si inventasen un idioma donde el nombre Kvothe significase todas estas cosas, para poder gritárselo al viento. Como si conociese su nombre.

DeBolsillo, 2013, Barcelona
Patrick Rothfuss
Título original: The Name of the Wind. The Kingkiller Chronicle: Day One

martes, 18 de febrero de 2014

Manzanas caramelizadas


Manzanas caramelizadas:

30 minutos
Ingredientes (para 4 personas):

  • 4 manzanas rojas
  • 3oo gramos de azúcar
  • 1/2 cucharada de colorante alimenticio rojo
  • 1/2 limón
  • 100 gramos de mantequilla
  • 2 cucharadas soperas de agua
Preparación:

  1. Se lavan y secan las manzanas sin pelarlas y se les quitan los tallos, insertándolas en un palo de brocheta o de madera.
  2. Se pone en una cacerola el agua, el zumo del limón y el azúcar a fuego muy suave, removiendo despacio pero constantemente para que este se derrita pero no se queme.
  3. Cuando el azúcar se derrita, se añade la mantequilla y se sigue calentando a fuego muy suave hasta que se forme el caramelo. Apaga el fuego cuando este empieza a tomar color en los bordes.
  4. Se agrega el colorante y se remueve bien para que se disuelva.
  5. Se cubren todas las manzanas de caramelo metiéndolas en la cacerola, se les da la vuelta para que se impregnen enteras. Se sacan y se dejan reposar sobre papel de cera o de manteca, y se pueden servir en el momento o esperar unas horas en la nevera.
Qué leer mientras comes:

La evolución de Calpurnia Tate


Música para mis oídos

Música para mis oídos:

Cierro los ojos al ruido de la calle y los abro, metafóricamente hablando, a la calle que tengo en la mente. Las palabras brotan de mis dedos como hilos que se pierden en el trabajo de bordado que intento hacer, buscando el lugar que completar, la flor, nube o corona que deberían ayudar a embellecer. Repito, deberían. Porque mientras miro el documento de Word que tengo delante, vacío y terrible por eso, me asaltan las dudas: ¿es esto lo que quiero contar? He abierto la página por motivos que a veces no son comprensibles, y sigo escribiendo a pesar de que no paro de repetirme que esto no lleva a ningún sitio, que debería parar, que nadie va a leer esto, y que seguramente solo pase a engrosar la larga lista de entradas de un blog sutilmente ignorado en la bloggosfera. En eso pienso mientras mis dedos teclean furiosamente, como música para mis oídos. ¿En serio voy a publicar esto? No, claro que no. Esta clase de texto no encaja con el diseño rosa y azucarado de esta parte de la red, como los otros pensamientos que he compartido. Quizá debería seguir hablando de libros ya escritos y dejarme de inventar galletas de letras. Entonces, ¡¿por qué lo hago?! Será que me gusta tener todas estas dudas en la cabeza, que me asalten ferozmente, buscando un lugar donde clavarse y morder hasta que su veneno haga efecto, que me aparten cualquier otra idea alegre de la cabeza, manteniéndome centrada en ellos. Igual disfruto contando sus extraños delirios, o recordando lo desagradables que son, igual les dejo entrar con la excusa de la inspiración divina, podría ser que dejase que me alcanzasen como rayos, o que les permita meterse en mí como trozos de cristal afilado. O simplemente que me llenen, como música para mis oídos.

P.D.: Perdona las molestias que este texto pueda ocasionarte. Solo te recuerdo, si piensas criticarme, que este es mi rincón azucarado y rosa, y que en él puedo hacer lo que quiera.

martes, 4 de febrero de 2014

Personaje del mes: Febrero



Personajes del mes: Febrero


Nombre:
Carter y Sadie Kane
Edad:
14/15 y 12/13 años
Viven en:
Brooklyn, en la casa de su tío y mansión de la familia
Libro:
La Pirámide Roja, El Trono de Fuego y La Sombra de la Serpiente, de Rick Riordan
Hijos de:
Julius y Rudy Kane
Mejores amigos:
Zia Rashid, Walt Stone, Anubis y ellos mismos.
Características físicas:
Pelo, piel y ojos oscuros y pelo, piel y ojos claros debido a que sus padres eran completamente opuestos en cuanto a características en el aspecto.
Características en su forma de ser:
Carter es prudente y precavido, amable e inteligente, algo temerario e impulsivo. Sadie es extrovertida, mordaz, irónica y humorística, pero también tierna y protectora.
Otras características:
Aunque son hermanos siempre habían vivido separados: Carter en ruta constante con su padre y Sadie en la casa londinense de sus abuelos maternos. Como la mayoría de los hermanos, se pelean muy fácilmente y luego hacen las paces. Resultan ser un gran equipo debido a su carácter casi opuesto.

Recuerdos

Recuerdos:

Cierro el libro con un golpe seco. Las palabras se agolpan en mi mente y corren por mi cerebro como caballos desbocados. Resulta curioso cómo un asunto puede terminar en otro completamente distinto sin aparente relación que los una. En eso pienso tras agarrar al vuelo los retazos de memoria grabados en esas páginas tan manoseadas, tan familiarmente desconocidas. Un sentimiento de culpa me llena y se desborda lentamente con cada palabra que mis ojos han recorrido en el breve tiempo que ha transcurrido desde que abrí el libro. Simples fogonazos que dejan en mi retina destellos, imágenes confusas que, a diferencia del reflejo de la lámpara de araña, no se van al parpadear. Es más, parecen ganar fuerza, como si cada décima de segundo que pasasen en la oscuridad de mis ojos cerrados los alimentase, noto cómo ganan terreno poco a poco, un ejército silencioso para el resto del mundo grita ensordecedor entre las paredes oscuras de mi cabeza. Lógico, pienso. Oscuridad. Allí se crearon, allí permanecen. Recuerdos. Voces. Lo único y lo que más lamento. Lo único que queda de una persona cuando se va. Pensaréis, qué desafortunado, ha perdido a alguien y lo recuerda. Mal. Ellos me han perdido a mí. Porque ellos siguen vivos, caminan entre los recuerdos que atesoro como fantasmas. No como yo. Yo estoy muerto. He muerto cuando se acallaron sus voces, en el mismo instante en que, en aquella noche oscura de aquel pueblo sin nombre, las palabras no llegaron a salir antes de que la noche se partiese en dos. Siento los disparos como si me hubiesen acertado. La sangre brota de mi boca y me arrastro por el suelo agonizante, miro a los ojos del joven que me acompaña suplicante. No dice nada. Lo dice todo. Un sonido pone voz a mis súplicas. El último de los colores es el de los ojos del joven, un color frío, duro. Pensándolo bien, ella, yo, tuvo suerte. Ella murió rápido. No sufre. Yo muero lentamente con cada segundo, recordando los ojos de ella implorando respuesta, mirándome al notar la sangre en la ropa y en las páginas del libro que le arrebatan de las manos. No la enterraron. Por eso sigue caminando en mi cabeza, pidiendo explicaciones. Por mucho que recuerde, grite, que era mi trabajo, que no fue mi culpa, no logro echarla de mi mente. No debería haber fallado en aquella misión del jefe. Porque mi castigo, no fue, como yo pensaba, mi muerte. O al menos, no la muerte que yo pensaba.
Antes de levantarme y arreglar mi pelo para conocer a mi nuevo jefe, pienso en lo que he cambiado. Un cambio no, una reproducción. Porque el ser que crece en mi interior no soy yo, es alguien similar a mí, un hijo de lo que hice. Observo mi reflejo, pensando que no habrá nadie al otro lado. Al contrario. Mi espalda me devuelve la sonrisa. Lógico. Mis ojos se quedaron allí. Murieron. En el frío suelo. Permanecen vagando y quietos en la grava. Con ella.
La Reproduction interdite, de René Magritte

sábado, 1 de febrero de 2014

Febrero

Febrero:

Pues por mucho que lo quiera
febrero jamás entra
en mi maravillosa lista
de estaciones favoritas.

Por más que haga frío
no es el mes más bonito.
Y sí, es Carnaval,
pero no me importa mucho más

En fin, esa es la verdad
de aquel mes de febrero.
Aunque en el fondo pronto encontrarás
tras la nieve todos sus secretos.

Por chupyguay/Dríada al mes de febrero.