martes, 11 de marzo de 2014

El color de la felicidad

El color de la felicidad:

Querido personaje misterioso que pronto caerá en mis garras:
Me dirijo a ti con la simple finalidad de comunicarte de que en un breve espacio de tiempo serás alcanzado por mi hechizo y caerás bajo un profundo encantamiento que te obligará a hacer tonterías sin motivo aparente que no sea el que yo te diga. Te comunico esto para que sepas que cuando sientas las mariposas y todas esas chorradas con las que llamáis a los síntomas que estás bajo mi poder y que no podrás salir de él hasta que yo lo decida, o ni siquiera salir. Con todo esto, espero que tu experiencia en nuestra compañía sea de tu agrado, y que aceptes de buen grado todas las imposiciones que te tengo planeadas, sin rechistar o negarte de ninguna manera. Pondrás a disposición de nuestra misión todos los nervios de tu cuerpo y de tu mente, y disfrutarás con cada una de las sensaciones que te hagamos experimentar por tu bien. Con el motivo de facilitar a tu maleable cerebro la transmisión de mi mensaje, te proporciono a continuación una manera sencilla de dar a conocer tu caso: puedes llamarlo amor.
Con cariño,
Sr. Love, fundador de la compañía Love S.A. (desde el inicio de los tiempos)
P.D.: Por favor, aunque no vayas a hacernos caso, te rogamos que no uses nuestro trabajo como excusa para inventarte canciones, poemas o sensiblerías varias. No nos hacemos responsables de la pérdida o abandono del ser similar, y en todo caso, es nuestro trabajo. En caso de incumplimiento de las condiciones del contrato, los riesgos pueden variar, pero quedan fuera de nuestro alcance (no nos hacemos responsables por tanto de la respuesta de las margaritas y su "me quiere, no me quiere").

Todos hemos recibido alguna vez esta nota informativa en nuestro pequeño buzón emocional, ¿verdad? El engreído y creído redactor de esta simple propaganda que nos pone de manifiesto lo que va a ser de nuestra vida a partir de ese fatídico día en que nos convierte en su nuevo juguete particular. El día en que dejamos de controlar nuestras acciones para volvernos pequeñas herramientas de la prosperidad de esta próspera empresa, el día en que empezamos a creernos capaces de controlar nuestro destino, de pintar la vida de color de rosa con otra persona, o simplemente dejarla gris y vacía a voluntad propia. Pero, amigo mío, esto no es así: a partir de ese momento dejamos de ser dueños de nuestra pequeña hacienda, feudo o finca particular, para pasar a formar parte del tremendo parque empresarial de este revientaestadísticas con nombre común. Es cierto que algunas zonas de ese área son rosas y bonitas, no digo que no, pero hay otras grises y tremendamente despobladas, llenas de basura y latas rosas vacías. No digo que sea una mala empresa, es más, el hechizo que ponen en marcha es uno de los más hermosos del mundo. Solo digo que a partir de ese día dejamos de ser pintores y pasamos a ser simples espectadores de la obra de arte color felicidad. No nuestro color, faltaría más. El suyo. Y tiene que gustarte. Al fin y al cabo, ¿es o no es el color de la felicidad?

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