El Principito:
Antoine de Saint-Exupéry tenía seis años cuando aprendió a dibujar las únicas dos cosas que jamás dibujaría: una boa que acaba de comerse a un elefante y la misma boa, pero dejando ver el interior y al elefante. Pronto las personas grandes le aconsejaron que dedicase su tiempo a conocer mejor algunas áreas como la geografía, el cálculo, la historia o la gramática, y que dejase a un lado los dibujos de boas abiertas o cerradas. Este fue el motivo de que tuviese que escoger otra profesión, y eligió la de piloto de aviones. Viajó por todo el mundo, y agradeció mucho la geografía que tuvo que aprender en vez de dedicarse a dibujar. Hasta que un día sufrió una avería en medio del desierto del Sáhara y se vio obligado a descender para tratar de repararla. Solo le quedaba agua para ocho días, y el fallo parecía grave. De pronto, se fijó entre las dunas y descubrió a un extraño personaje de cabellos de oro que avanzaba hacia él. Este misterioso niño decía haber caído del cielo, y le pidió a Antoine de Saint-Exupéry que le dibujase un cordero. Tras varios días de convivencia, el pequeño solitario, el Principito que nunca renunciaba a una pregunta una vez que la había formulado, comenzó a contar su historia, la más hermosa y conmovedora de todos los relatos que el piloto de aviones escucharía jamás.
Este libro es de esos relatos que, a pesar de ser poco extensos, te llenan como si tuviesen miles de páginas. El Principito es una historia preciosa y tierna, con un personaje principal al que todas y cada una de las personas que han leído sus aventuras le han cogido un enorme cariño, su manera de pensar es tan bonita y poética que la mayoría de las frases que dice servirían como citas famosas, y su carácter inocente y reservado te encandila desde el primer momento, con su visión de las cosas y su forma de comprender el mundo. Es un libro diferente, pero a la vez tan sencillo y directo como su protagonista.
Además de libros, tenía galletas, especiales, deliciosas, pues estaban hechas de letras. Si tenías la suerte de probarlas, comprobabas, con sorpresa, asombro o simplemente curiosidad, como eran del sabor que esperabas. Y, todos, al ver que una vez más había acertado, se hacían la misma pregunta: ¿Cómo lo sabía?
lunes, 2 de septiembre de 2013
El Principito
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